La región se posiciona como líder en la transición energética gracias al aprovechamiento de su potencial solar, eólico y de producción de Hidrógeno Verde. Para dos expertos esto impulsará la economía y sostenibilidad local.
Con aportes de 811 MW y desafíos por superar, el Caribe cerró 2024 consolidando su papel clave en la transición energética de Colombia.
Se espera que el potencial para desarrollar proyectos energéticos limpios en la región atraiga inversión extranjera, impulse el crecimiento económico local y genere un impacto positivo en la sostenibilidad ambiental.
Con el proyecto Cierre de Ciclo Combinado, la planta térmica cartagenera no solo ha fortalecido su capacidad para proporcionarle energía al país, sino que ha reducido costos sin incrementar sus emisiones de CO₂.
La región avanza como potencia energética nacional, pero su integración al sistema sigue siendo un reto. Desde la compañía de tecnología respaldan la creación de alianzas estratégicas para lograr este objetivo.
Para el gerente de Asuntos Corporativos de la compañía, la región Caribe debe buscar el fortalecimiento de los distribuidores locales y una efectiva articulación multiactor para impulsar su desarrollo energético.
El gerente de K-Yena, Carlos Sarabia, destaca la necesidad de ejecutar proyectos energéticos clave para aprovechar el potencial renovable del Caribe, con Barranquilla como ejemplo de innovación.
El principal reto de la región, según Alejandro Castañeda, presidente ejecutivo de la Asociación, radica en materializar el potencial energético del territorio en favor del desarrollo local y nacional.
Alexandra Hernández, presidenta ejecutiva de la asociación, se refirió a la necesidad de agilizar trámites para la entrada de proyectos renovables que garanticen la seguridad energética del país de cara al 2027.
El Caribe colombiano enfrenta una de sus mayores crisis energéticas, caracterizada por altos costos, una infraestructura limitada y el riesgo inminente de racionamiento de energía.
